Desde el principio de los tiempos el ser humano ha ido caminando a todas partes, ha explorado y reconocido su entorno a través de los pies. Ahora, ya en el siglo XXI, después de milenios de evolución nos olvidamos de nuestros grandes aliados, los pies. Los apartamos de nuestras vidas como si no existienran y además los maltratamos encerrándolos en jaulas no adaptadas para ellos, sin saber las consecuancias que ello conlleva.
Los pies son y siempre fueron el primer contacto con la tierra por la que caminamos. Son ellos los que nos trasladan de un lugar a otro, cargan con todo nuestro peso, analizan cada paso que damos para no tener ningún traspies, nos avisan de las irregularidades del terreno... Y nosotros como agradecimiento no les prestamos la atención necesaria.
Los pies hay que quererlos, cómo si se tratara de nuestra cara, esa que miramos tantas veces al día a través del espejo. No necesitan una dedicación especial, sólo la necesaria. Podemos darle baños de agua fría y caliente, el contraste es muy beneficioso; antes de dormir un sencillo masaje de cinco minutos con alguna loción hidratante o aceite, nos sentiremos muy reconfortados; y, por supuesto, cuidar el calzado, que sea el adecuado, a veces nos dejamos llevar por las modas y nos olvidamos de lo más importate.
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